Descubre cómo fortalecer la cultura empresarial y cuáles serán los retos de un 2021 marcado por el teletrabajo y la comunicación digital.
- La transparencia comunicativa y la inclusividad son claves a la hora de construir una cultura empresarial fuerte.
- El factor emocional cobra especial relevancia en el contexto de transformación digital de la empresa.
La cultura empresarial es uno de los principales soportes organizativos de un negocio. Es uno de esos elementos intangibles que no pueden calificarse como activo contable, pero que aporta un indudable valor.
Veamos las principales tendencias en comunicación y organización empresarial que ayudan a consolidar la cultura empresarial.
La comunicación clara y directa
Para reforzar la cultura empresarial es necesaria la transparencia comunicativa. Las personas que forman parte de la empresa o se relacionan con ella entenderán qué es lo que está pasando y hacia dónde pretendemos caminar. Sin embargo, la transparencia comunicativa plantea algunos retos:
- Protección de datos
En especial los relativos al cumplimiento de obligaciones relacionadas con el RGPD y la LOPDGDD. Debemos tener en cuenta los límites normativos a la hora de proporcionar información.
- Confidencialidad
Más allá de estas obligaciones, hay secretos empresariales, contratos y buenas prácticas que reclaman no compartir ciertas informaciones.
- Mejora de la cultura estadística
El objetivo debe ser que los empleados comprendan mejor todos los matices de los datos.
- Estilo comunicativo
Crear formatos de compartición, estudiar los tiempos o analizar las manera de expresarnos nos ayudará a ser más claros.
- Cambio en el lenguaje no verbal
Los nuevos canales y hábitos de comunicación exigen ir más allá de las palabras con instrumentos distintos. Intentaremos que todos esos elementos refuercen la claridad del mensaje y eviten ambigüedades e incertidumbres innecesarias.
- Empatía
Ponernos en el lugar del otro nos permite adaptar el mensaje al destinatario. Además, es una forma de trabajar en previsiones sobre su reacción y sobre cuáles pueden ser las respuestas a sus dudas.
- Depuración del lenguaje
Debemos ser conscientes de que surgen constantemente términos nuevos y que no todos serán conocidos por nuestros interlocutores. Deberemos tener, en ese sentido, un afán didáctico. Además, como regla general, evitaremos aquellas formas de expresarnos que entienden grupos concretos o muy especializados dentro de nuestra organización.
La cultura empresarial inclusiva
La inclusividad es clave para una buena comunicación. Ser más inclusivo propicia mayor reclamación de transparencia. Y, al revés, una cultura empresarial más transparente beneficia la atracción de talentos dispares.
Por este motivo, la aceptación de la diversidad es uno de los grandes retos del liderazgo de nuestro tiempo. Hay que saber incorporar el valor de diferentes vivencias, características, puntos de vista, formaciones…
En ese sentido, la integración de minorías es una prueba de fuego. Las empresas deben mostrar que sus mensajes inclusivos son una realidad en la que creen.
Además, nos encontramos aquí con un profundo mensaje empresarial. No se trata de dividir la empresa y generar reductos donde incluir perfiles diferentes a los habituales. Al contrario, se busca que cada aportación personal multiplique el valor de las demás.
La inclusividad es una prueba de mejora organizativa dentro de una empresa.
En definitiva, hay que exprimir las ventajas de la diversidad en un contexto de inteligencia colectiva. ¿Cómo? Construyendo día a día organizaciones en las que la diferencia suma, refuerza. Los puntos de fricción se convierten en la base para encontrar soluciones que otorguen mayor coherencia al conjunto.
La inclusividad laboral otorga una perspectiva mucho más completa. Fruto de ella, las empresas pueden adaptarse a entornos muy diferentes con enfoques innovadores. Es más fácil encontrar soluciones y las organizaciones son más resilientes.
El reto de la comunicación estudiada
Las políticas transparentes y la inclusividad fortalecen la comunicación empresarial, tanto interna como externa.
En cierto modo, podríamos decir que la transparencia y la inclusividad son como una semilla. La planificación y el control de la comunicación interna y externa serían los cuidados que necesita la planta cuando crece.
Un buen organigrama ayuda a construir una buena organización. Pero es fundamental que se acompañe de un estudiado flujo de comunicación, tanto interno como externo.
Tradicionalmente, se buscaba la persona adecuada para un puesto, confiando en que esta resolviera los retos comunicativos. Sus dotes personales debían facilitar un buen flujo de órdenes e información y un adecuado control.
Sin embargo, en la práctica, este enfoque eludía un problema: la comunicación no solo depende de las personas, sino también del contexto. Toda empresa debe estudiar activamente qué es lo que funciona y lo que falla en su comunicación interna y externa.
A la persona adecuada para cada puesto debe sumarse el entorno idóneo para que fructifique la colaboración.
Actualmente, se desdibujan los límites de lo interno y lo externo. Son muchos los proyectos en los que diversas empresas deben compartir estructuras y procesos. Lo mismo ocurre entre diferentes departamentos de una misma empresa.
En definitiva, 2021 debe ser el año de la colaboración y trabajo en equipos transversales. Uno de los requisitos para el éxito es examinar en profundidad los procesos y valorar cómo introducir tecnologías colaborativas para optimizarlos.
El factor emocional en la cultura empresarial
Siempre se ha pensado que análisis y racionalidad van de la mano. Hoy, vemos que el análisis, la planificación y el control no pueden entenderse sin las emociones. Si anticipamos los impactos emocionales de distintos eventos, aprovecharemos todos los beneficios emocionales y mitigaremos mejor los momentos más duros.
Además, la cultura empresarial debe aportar pensamientos que transformen las emociones en sentimientos constructivos. De hecho, esa es una de las claves del diseño de experiencias de trabajo que tanta importancia tiene en el contexto de la transformación digital.
Siguiendo con nuestro ejemplo de la planta, cuando hemos sembrado la semilla y le hemos proporcionado los cuidados, necesitamos no solo que crezca, sino también que la sintamos nuestra. La cultura empresarial fortalece la implicación y el compromiso gestionando las emociones de cuantos se relacionan con la empresa.
En conjunto, la cultura empresarial vive un momento de transformación. Las personas, la tecnología y la forma en la que esta se utiliza para mejorar la comunicación humana son claves para crear una cultura empresarial fuerte.